Revivir los ojos de donantes de órganos después de la muerte recuperando la actividad eléctrica de retinas humanas, es lo que han logrado un grupo de científicos del Instituto de Investigación Scripps de California, Estados Unidos. Un hito que brinda la capacidad de hacer experimentos en una retina humana en funcionamiento y saber qué falla en las células al perder la vista.
Más de 250 millones de personas en todo el mundo tienen pérdida de visión, mientras que otros 43 millones son ciegas. Según un estudio publicado el año pasado en JAMA Ophthalmology, la cifra no ha parado de aumentar, apuntando hacia la mayor prevalencia de diabetes y el envejecimiento de la población.
Ahora, este descubrimiento puede ayudar a comprender anomalías como la degeneración macular relacionada con la edad, el glaucoma y otras causas importantes de ceguera.
Incluso, en todo el planeta hay al menos 2.200 millones de personas con deterioro de la visión cercana o distante. En casi la mitad de los casos, este deterioro podría haberse evitado o todavía no se ha aplicado un tratamiento. Las principales causas, según la OMS, son los errores de refracción no corregidos y las cataratas.
Los hallazgos de este hito científico histórico fueron publicados en la revista Nature, donde determina que en el futuro será posible hacer experimentos en retinas humanas en funcionamiento, descifrando los fallos celulares responsables de que se inicie la pérdida de visión, y por lo tanto, propiciando que se investiguen nuevos tratamientos de medicina molecular.
Además, la investigación abre una puerta a los primeros pasos hacia los trasplantes de ojos. Hasta el momento se han podido trasplantar córneas, pero el gran reto es que el ojo trasplantado o el tejido de la retina logren comunicarse con el cerebro, enviando las pertinentes señales visuales.
Si bien existen medicamentos e inyecciones que detienen el crecimiento de vasos sanguíneos anormales bajo la mácula de la retina en pacientes que tienen degeneración macular húmeda relacionada con la edad, no hay fármacos para la degeneración macular seca relacionada con la edad, que es la etapa más común y temprana.
Tampoco hay tratamientos precisos para las alteraciones genéticas que provocan diferentes variantes de la enfermedad. “Golpeamos todo con el mismo martillo”, explica la oftalmóloga Julia Haller del Wills Eye Hospital de Filadelfia.
Anomalías moleculares y enfermedad ocular
Comprender las primeras fases de la enfermedad ocular es clave, y aunque durante años se han hecho estudios con ratones para ahondar en ellas, los ratones no ven en calor, carecen de mácula y no padecen degeneración macular, por lo que es preciso un modelo que imite la enfermedad humana.
Anne Hanneken, profesora asociada de medicina molecular en el Instituto de Investigación Scripps, es codirectora del esfuerzo para devolver la vida a los ojos de los donantes de órganos. Tras analizar ojos obtenidos después de autopsia, la científica comprobó que cierta actividad metabólica persistió al menos brevemente después de la muerte.
A lo largo de dos años analizaron ojos donados sin demasiado éxito, al margen de una pequeña señal eléctrica puntual. Lo que sucedía es que había transcurrido demasiado tiempo entre la muerte del donante y la extracción de los ojos. Así que decidieron tomar ojos de pacientes en muerte cerebral, pero que tenían soporte vital para garantizar el trasplante de órganos.
Prometedores avances en varios campos
Sin embargo, ahora todo cambió. En los ojos recuperados entre 30 y 60 minutos después de retirar el soporte vital, se pudieron detectar señales de luz en la región de la mácula de la retina: desde los fotorreceptores que la captan a las neuronas que mandan las señales visuales al cerebro.
El hallazgo abre la ventana a nuevos experimentos y pruebas de fármacos en ojos de donantes que no se podrían llevar a cabo en personas vivas.
Eso sí, hasta la fecha no se pudo probar que realmente estos ojos sean capaces de ver, solamente de responder a la luz. Los científicos han logrado mantenerlos viables por periodos de hasta por 24 horas. De hecho, el siguiente paso de este avance será seguir aprendiendo sobre las anomalías moleculares asociadas a las enfermedades de la retina.
El estudio también implica progreso para otros campos: si las neuronas de la retina pueden resucitarse, podría intentarse lo mismo con las células del sistema nervioso central, cuyo deterioro está asociado a enfermedades como el párkinson, el alzhéimer o los accidentes cerebrovasculares.
Fuente: businessinsider.es